05/02/2021 -  5 minutos de lectura Por Rafael Tamames

Hace tan solo dos años estaba llevando un curso de alta dirección de equipos comerciales en una escuela de negocios en Barcelona, cuando internaron a mi mujer en Madrid con trabajo de parto. Tuve que interrumpir mi agenda académica y regresar en “tren rápido”, pero mientras viajaba le pedí a un compañero que me llamara vía Skype para poder asistir a la clase. Era un comportamiento poco habitual en el ambiente académico de los negocios (donde la presencialidad era un must), incluso en el tren, donde me sentí observado con cierta extrañeza.

La excepción de mi anécdota es hoy la norma, cuando nos educamos de manera digital, pero vamos presencialmente a una masterclass o sesión de networking. La pandemia ha demostrado que es posible, ha sido la piedra de toque, no hay vuelta atrás. Socialmente y moralmente aceptado. 

 

Hace años que respiramos Internet y las barreras entre lo físico y lo digital se han borrado, ya que vivimos nuestras experiencias en una especie “continuidad” entre ambos mundos. Pero recién hoy podemos decir (y lamentablemente por una pandemia) que esa interrelación ha crecido tanto que ha tomado la cualidad de lo híbrido. Va quedando en evidencia que lo físico no es más real ni verdadero que lo digital, pero sobre todo que uno se complementa con el otro creando un nuevo universo. 

Un híbrido es un “organismo vivo procedente del cruce de dos organismos de razas, especies o subespecies distintas o de cualidades diferentes”; según Wikipedia. Para la Rae, una cosa “producto de elementos de distinta naturaleza”. Hoy entre lo físico y lo digital.

Desde mi recorrido como emprendedor, cuando comencé el camino de conectar personas por Internet a lo que la transformación digital está produciendo hoy en nuestras vidas no puedo dejar de asombrarme. Algo por lo que tanto hemos trabajado hoy ocurre espontáneamente, derribando todo tipo de barreras, produciendo estas nuevas experiencias “híbridas” entre lo físico y lo digital, debido al avance de la digitalización de todos los ámbitos y facetas de nuestras vidas: lo familiar, lo laboral, el entretenimiento, la cultura, la educación. 

Hoy ocurre en España, y también en Costa Rica, la búsqueda de casas en la playa con buena comunicación con la capital está a la orden del día. Las personas pueden trabajar en remoto desde Málaga o Cádiz, pero están a tres horas de una reunión física en Madrid.  Se genera una nueva economía en el nuevo destino, y se transforma la economía de la capital. La pandemia ha demostrado que es posible, ha sido la piedra de toque, no hay vuelta atrás.

Warc reporta que más de un 65% de los consumidores planea aumentar o mantener la actividad de comprar online más allá del 2021 o como hábito permanente. En este contexto, la realidad virtual tradicionalmente percibida como una tecnología de entretenimiento (porque se ha desarrollado primero en experiencias inmersivas como los videojuegos o las películas) comienza entrar al mundo del comercio y la vida cotidiana de la gente, combinando múltiples formatos, desde una transmisión en vivo hasta experiencias de realidad virtual para probar productos o servicios.

Empresas y consumidores, todos estamos inmersos hoy en una vida híbrida, con formas de interactuar que combinan lo sincrónico con lo asincrónico, lo físico con lo digital. Justamente hoy, las restricciones de movilidad migran el comercio más tradicional a mercados digitales que tienen la capacidad de ofrecer una cosa totalmente distinta muy cerca de la otra. La oferta de servicios se mixtura, triunfan las formas novedosas de hacer las cosas, combinado lo viejo con lo nuevo. Llega desde el campo un producto a nuestra mesa, podemos experimentar la experiencia de estar en una granja desde una ciudad, asistir a eventos o visitar otras ciudades.

La hibridez va desde hacer un research o reviews de comentarios antes de vacacionar hasta tener una “experiencia de viaje” con herramientas de realidad aumentada que la industria del turismo ya está utilizando. Hoy podemos conocer un lugar sin estar allí.  Aunque sea difícil de ver en esta transición, un mundo no es mejor que el otro, sino que ambos se complementan y nos muestran soluciones para vivir mejor o acceder a experiencia que anteriormente estaban vedadas para la mayor parte de la humanidad.

La educación online, ya está migrando a una educación híbrida virtual. Hoy sistemas como Swivl.com permiten dar clases sincrónicas y asincrónicas, permitiendo al docente desplazarse por toda la sala con la función de seguimiento automático de la cámara, que junto con el audio mejorado brindan una sensación más dinámica y de inmersión para los estudiantes que interactuaron con la clase desde sus hogares. 

Este año tuve síntomas de gripe que se podían confundir con Covid, el médico me atendió por video consulta, me prescribió una medicación y por seguridad me prescribió un hisopado. Todo solucionado en 15 min de video consulta. El mundo híbrido de la salud también se ha abierto camino. Las video consultas se han disparado, aún que hacer un análisis de sangre o de Covid sea presencial. Eso sí, tienes tu cita totalmente digitalizada, no pierdes tiempo, y tus resultados te llegan al móvil. 

Así, la hibridez se hace cada vez más amplia y profunda y alcanza todas las dimensiones de nuestras vidas. Para algunos autores, la «nueva normalidad» será un lugar donde estos mundos se mezclan en nuestra experiencia diaria. Por eso, cualquier organización deberá considerar cómo ofrecen experiencias físicas y digitales que funcionan sin problemas para quienes interactúan con ella. Desde la oferta de producto y servicios a la manera en que las personas que trabajan en ellas. Mucho más hoy donde los espacios de trabajo incorporan el hogar de las personas, que a su vez contiene la mayor parte de esta vida híbrida.

Todo esto está siendo posible gracias a la mezcla heterogénea de tecnología disponible al alcance de todos, como las aplicaciones de videoconferencia, sistemas de mensajería, el software colaborativo e incluso las redes sociales o las aplicaciones de cuestionarios online. Esto nos ha permitido mantener la continuidad de muchos sectores durante la pandemia, y nos ha enseñado que cualquier cosa que hagamos se puede complementar y potenciar haciendo interactuar el mundo en línea con en el mundo físico. Las barreras, no solo tecnológicas, sino culturales, sociales y morales ya han sido derribadas.

Nota del editor: Esta columna fue publicada originalmente en El Financiero de Costa Rica.