“Cuando subes una montaña es más importante cómo escalar que llegar a la cima. Si estás demasiado centrado en el objetivo final te puedes llegar a equivocar”, es una frase que se le atribuye a Yvon Chouinard, fundador de Patagonia, quizás una de las empresas punteras en señalar y ejecutar un propósito de compañía.
Hace unos días nos invitaron a un webinar desde CXO Forum Colombia, una comunidad de CIOs, CMOs, CFOs, y COs que reúne a las principales organizaciones públicas y privadas de Latinoamérica, en la que participamos junto a Esteban Pineda, Regional, Country Growth & Operation Lead Andina y Laura Di Prisco, Global Culture & People Happiness Lead, analizando el tema del propósito desde el origen, su evolución, hasta sus beneficios en el día a día de las empresas.
- El propósito nace en las personas
Desarrollando el contenido de la presentación, lo primero que descubrimos es que el propósito nace en las personas. En el caso de Findasense, nació, en parte, de mi carácter emprendedor, mi interés prematuro por Internet como herramienta para conectar a las personas, mi apertura y ganas de conectar con otras culturas. Comenzamos Findasense en 2007 y en el 2011 ya nos encontrábamos reunidos en Coca-Cola España, planteando un proyecto que mantenía este propósito de conectar a las personas, en este caso con una marca. Así nació el Centro de Interacción del Consumidor (CIC), el primer proyecto de gran calado de tantos que hemos desarrollado con marcas globales.
- El propósito evoluciona en el tiempo
Si lo observamos con precisión, el propósito es el alma de una compañía, y siempre ha estado allí, en cada una de ellas. Sin embargo, ciertas dinámicas corporativas, el crecimiento o coyunturas comerciales pueden hacer que este rumbo se pierda.
Hoy somos una empresa muy distinta a los inicios, con más de 350 colaboradores repartidos en 20 países de todo el mundo. Nuestro propósito evolucionó, pero manteniendo su esencia y vocación de conectar con el otro, “relaciones que funcionan”. Como bien lo decía Laura Di Prisco en nuestra presentación, el propósito no es un eslogan, y “debe más bien relacionarse con la comprensión de que la organización existe para servir o para ofrecer algo importante en el mundo”.
Por eso, en un contexto tan cambiante como el actual nuestro propósito debe tener un carácter evolutivo, pero siendo capaz de mantener nuestra identidad, darnos un significado y conectarnos a valores compartidos. Un gran ejercicio para no perder el propósito es pensar en nosotros mismos, en esas sensaciones y emociones que nos impactan, como punto de partida para diseñar experiencias relevantes, desde nuestra propias experiencias.
- El propósito genera valor social y económico
Hay una larga lista de beneficios hacia dentro y hacia afuera de las compañías, hoy mucho más claros sobre el valor del propósito, “Los negocios con propósito agregan valor a la sociedad, el consumidor lo percibe”, comentaba Esteban Pineda, con un 80% de los consumidores asegurando estar dispuestos a pagar más por una marca con propósito ambiental o social.
Este valor social, genera un valor económico, y solo las empresas capaces de demostrar claramente un sentido anclaran en la mente del consumidor. Y no solo de cara a los consumidores, sino también hacia todo la cadena de valor y stakeholders. Por otra parte, ese ligamen nos ayuda a liderar, desde un lugar genuino y compartido por todos los colaboradores.
Desde que comenzamos el viaje de emprender, una carrera profesional o un reto empresarial, estamos señalando un propósito, por eso es importante identificarlo, evolucionarlo, repetirlo, asegurarnos que todo lo que hacemos está envuelto en él.
Siempre estuve motivado por crear con un sentido, entiendo que venimos de estructuras muy establecida; lo que nos daba y da Internet es una solución de cambio transformador. Por eso quise crear una empresa, pero una que tuviera sentido, que aprovechara todo lo nuevo que estaba y está sucediendo en el mundo.
Nota del editor: Esta columna fue publicada originalmente en equipos&talentos