Dentro del ciclo de vida de la adopción digital, las personas se distribuyen en cinco grupos según su capacidad de asimilar la tecnología. Los primeros en probar un desarrollo tecnológico son los innovadores, personas que disfrutan el ser pioneros y encontrar nuevos usos para la tecnología.
El segundo grupo son los visionarios, quienes al entender la utilidad de una innovación la integran en sus negocios o vida diaria y dan pie para que el resto de una comunidad comience a utilizar una innovación, pues son estos quienes realmente la comunican al resto de las personas en su entorno y son los elementos clave para que un producto pueda ser masificado.
El tercer grupo es la mayoría pragmática o quienes sin ser exploradores o aventureros, una vez vista la utilidad, son capaces de integrar un producto nuevo en sus vidas, a diferencia del cuarto grupo, la mayoría conservadora, que desconfía de la tecnología, no les gusta arriesgar y solo la adopta cuando esta ya es de uso común y es inevitable que tendrán que utilizarla.
El último grupo es el de los rezagados quienes desconfían de la tecnología y la adoptan de manera obligada.
En este proceso, existe un abismo entre el primer y segundo grupo, el cual toda tecnología nueva debe cruzar para ser apropiada culturalmente y masificada. Ahí es donde mueren la mayoría de desarrollos, pero donde sí una idea se identifica a tiempo puede ayudar a las marcas a crear una diferencia.
Este es el momento en el que se encuentran los asistentes de voz, las personas han encontrado la utilidad en estos dispositivos y están comenzando a transformar la manera en que las personas navegan por Internet.
De acuerdo con Google, el 31% de los usuarios de celulares usan el asistente de voz una vez a la semana, y calcular que el 20% de sus búsquedas están siendo hechas a partir de comandos de voz y dado que hay muchas funciones en Internet que no necesitan pantalla, para finales de 2020 la mitad de la navegación será hecha en dispositivos que carecen de estas.
La inmediatez con la que se puede pedir a uno de estos asistentes que haga algo por uno, los convierte en una opción ideal no solo para poner música o hacer preguntas aleatorias, sino que serán sin duda la manera más común de pedir un domicilio.
Este momento se presenta como un reto para las marcas quienes deben adoptar nuevas formas de interactuar con sus clientes construidas desde el análisis de comportamiento, transformando la experiencia de cliente en un servicio personalizado y personalizable, que gracias al machine learning podrá generar recomendaciones basadas en el perfil de las personas, el historial de los pedidos y la identificación de clientes a partir del reconocimiento de voz. Con más de cuatro billones de personas conectadas a Internet en este momento, es inevitable que las mayorías muy pronto estén haciendo uso de los comandos de voz para resolver esas cosas que les quitan tiempo de descanso o trabajo. Esto nos obliga a diseñar nuevos modelos de Customer Experience donde hacer mercado o pedir un domicilio sea mucho más natural y sencillo.