30/07/2019 -  3 minutos de lectura Por Daniella Bossio

El diseño estratégico es una disciplina que cobra cada vez más relevancia en las organizaciones al ser el camino para crear productos, servicios y experiencias que se ajusten a las necesidades de las personas. 

“Las personas ignoran los diseños que ignoran a las personas”, dice Frank Chimero, y por esto la capacidad de observar, entender y resolver problemas desde la perspectiva del cliente o el usuario ya no es un diferencial; es imperativo para ser competitivo e innovador. 

Por eso, es importante generar una cultura de diseño en las empresas para que sean sostenibles. 

 Existen diferentes metodologías que nos permiten tomar el rol de diseñadores para crear soluciones centradas en las personas como el Design Thinking o Service Design. Todos podemos aprenderlas y aplicarlas, pero éstas sólo son efectivas si se aplican desde sus principios básicos:

  1.   Entendimiento de las necesidades de las personas y el contexto.
  2.   Comprensión del problema o reto de diseño.
  3.   Co-creación trabajando con equipos multidisciplinarios, y aprovechando los aportes y experiencias individuales. 
  4.   Agilidad probando y refinando las soluciones con usuarios reales, asegurando el cumplimiento de los objetivos de negocio.

De lo anterior es evidente que para ser diseñador la clave del éxito es la empatía, o la capacidad de ponerse en la situación de los demás. Esta habilidad es transversal en el proceso de diseño y lo cierto es que es la más difícil de desarrollar. 

Necesitamos empatía para entender lo que las personas desean; necesitamos empatía para potencializar el aporte de los miembros del equipo con el que trabajaremos; necesitamos empatía para reconocer nuestro aporte individual a la hora de crear soluciones. En definitiva, la empatía empieza por nosotros mismos. 

Sin embargo, es curioso ver que algunas personas se sienten incómodas cuando deben pensar en qué los hace únicos o cuál es su propósito de vida. Lamentablemente, no todos crecemos en ambientes donde podemos explorar nuestras virtudes, trabajarlas y aplicarlas para ser nuestra mejor versión.

Crecemos con carencia de empatía por nosotros mismos y esto indudablemente impacta en la posibilidad de ser empáticos con los demás. El Sistema de Educación occidental tradicional se ha enfocado en enseñarnos y evaluarnos aptitudes de manera impuesta, midiendo competencias que se alejan de ayudarnos a ser capaces de resolver problemas de manera colaborativa, pensar crítica y creativamente, comunicarnos efectivamente. Necesitamos campos de educación que contribuyan a desarrollar confianza en nuestra capacidad creativa como individuos. 

El Instituto d.school de Standford es un claro ejemplo de organización educativa dedicada a formar personas capaces de explorar y experimentar en comunidad; desde el pensamiento creativo, ayudan a las personas a re-pensarse y a potencializar sus habilidades y actitudes para generar impacto en el mundo.

En conclusión, la cultura de diseño en las organizaciones nos permite lograr que la oferta de productos y servicios sea innovadora y consistente con las necesidades de los clientes y usuarios finales. El auto conocimiento, junto con la capacidad de identificar el valor de otras personas pueden resultar en un trabajo en equipo sólido y esto nos lleva a ser competitivos e innovadores.

Por esto, es importante proveer espacios, herramientas y metodologías que permitan a las personas reconocer sus talentos individuales y las posibilidades de colaborar en equipo para desarrollar soluciones de alto impacto.