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28/08/2018 – 4 minutos de lectura
Por Rafael Tamames
Me considero un amante de la tecnología, sin embargo he tenido que aprender a admitir que la tecnología no es relevante por sí misma, al menos que se entienda en el marco del cambio cultural que genera, cambios en la forma en que las personas se relacionan entre ellas, cambios en la manera en que las personas se relacionan con una marca.
Las relaciones laborales también están cambiando radicalmente gracias a la tecnología, que está propiciando un mundo más transparente, donde ya no se pueden ocultar cosas como supervisiones o intermediaciones ociosas, lo que también implica cambios en los negocios.
Por eso considero que hay una atención mal dirigida sobre la tecnología, que se enfoca demasiado en aspectos técnicos y no sobre los cambios que esta produce. En este contexto, lo que hay que cambiar es el enfoque educativo, dejar de pensar tanto en lo técnico, sino pensar la tecnología en relación con el comportamiento humano.
El mito del fin del trabajo
Un mito muy difundido es que la automatización producida por la tecnología nos va a dejar sin empleo. Corea del sur es el país que más robots tiene por personas empleadas y sin embargo el que menos nivel de desempleo tiene en el mundo. Pero Corea del Sur dobla la inversión en educación con respecto a la media mundial. La clave está en que nos debemos educar y formar de una manera diferente.
La tecnología viene a eliminar procesos que la gente no quiere, tareas repetitivas. Es un procesos recíproco, por un lado es entender los cambios que la tecnología producen, pero por otro es ver cómo las mismas tecnologías se adaptan a lo que anhelamos como seres humanos: más tiempo libre, más tiempo para hacer lo que nos gusta. Hoy la tecnología está totalmente conectada con el seres humanos.
Los robots y la inteligencia artificial necesitarán todavía quienes los guíen, los programen y los enseñen a pensar. Estamos en lo que llamo una cuarta ola de transformación, y esto supondrá que se generen mejores puestos de trabajo, con más valor añadido y que podamos disfrutar más del tiempo libre. No sé si habrá trabajo de sobra, pero seguro que no van a ser los mismos.
Robots, empresas y educación
A nivel de empresas tenemos que rodearnos que personas que tengan conocimiento técnico, pero también sobre el impacto que la tecnología tiene sobre los demás. A veces hay mucho foco sobre las herramientas, pero hay que empezar a ver la tecnología como un fenómeno transversal, en cómo nos transforma como seres humanos y cómo nos conecta con los consumidores.
Todos estamos muy atentos en cómo impacta la tecnología en temas puntuales que nos interesan, pero no estamos viendo cómo lo hace en la sociedad, en el marketing o en el empleo.
Por eso insisto mucho en la educación. La tecnología no elimina empleos, los sustituye y crea otros de mayor valor, pero la educación debe ser continua, más versátil y práctica. Se trata de cambios de hábitos que van más allá de la formación técnica, pero sobre todo de un nuevo paradigma que implica una dedicación continua, un perfil polifacético con muchas aristas y especializaciones con capacidad de cambiar y adaptarse al cambio.
Las competencias duras de algunas profesiones seguirán siendo esenciales, pero la mayoría de las capacidades a mejorar serán las blandas, las que nos ayuden a entender y adaptarnos a los cambios, a relacionarnos con otro tipo de inteligencia, como la que generará la inteligencia artificial.