01/03/2021 -  3 minutos de lectura Por William Palacios

En la era digital todo cambia tan drásticamente que a veces es difícil entender el comportamiento del ser humano detrás de su laptop o celular. Más aún en estos últimos meses, los cuales hemos pasado conectados más que nunca en nuestra “vida virtual” consumiendo contenido efímero dentro de Tik-Tok – IG Reels, instruyéndonos con plataformas de E-Learning, aprendiendo en Youtube, o pasando cientos de horas en llamadas vía Zoom, Teams, Hangouts debido al teletrabajo.

Esta nueva forma de interacción entre humanos ha hecho que el contacto físico pase a un segundo plano, para bien o para mal, el modo en que trabajamos, coqueteamos, compartimos, nos entretenemos, alimentamos e incluso como socializamos ahora está más ligado a nuestros dispositivos electrónicos. Sin embargo, el sentido de pertenecer a algo sigue siendo igual de primitivo que nuestros antepasados. Hace años se hablaba de un fenómeno llamado FOMO (Fear Of Missing Out), para los que no se familiarizan con el término. En general, describe cómo los seres humanos tenemos cierta tendencia a ser parte de algo, al sentirnos identificados buscamos micro culturas, moda, música, comida, estilo de vida. 

Las redes sociales han logrado identificar esto y su crecimiento se debe a que en un principio los primeros usuarios eran un grupo exclusivo de personas con gustos similares, por ejemplo: Instagram era una red social para aquellos amantes de la fotografía casual y ahora es una máquina de contenido tratando de mantener sus usuarios activos. Todos nosotros, en algún punto, fuimos primeros usuarios de esta red, queriendo ser parte de, o experimentar lo que todos estaban haciendo.

Hoy tenemos a ClubHouse, una red social de chat de audio, exclusiva, solo por invitación, la cual fue creada en 2020 en plena Pandemia. Al cierre del 2020, estaba valorada en casi $100 millones. ¿Por qué su éxito?

Primero porque cambió las reglas de juego; estábamos acostumbrados a interactuar con imágenes y videos preparados meticulosamente, eso está siendo reemplazado con mensajes de audios personalizados, espontáneos, cercanos, reales, en vivo. En ClubHouse puedes encontrar salas enteras de conversaciones de acuerdo a los gustos personales de cada individuo. Los LOL, así como los emojis, códigos y símbolos perpetuos, ahora son reemplazados con mensajes con tono, voz, forma y pertenencia. De alguna manera, ese contacto físico perdido se está transformando en esta nueva forma de interacción por audio. 

Segundo y lo más importante, porque es exclusiva, necesitas ser invitado. Eso desencadena nuestro sentido primitivo, nos urgen las ganas de entrar, de ser parte de algo que no podemos acceder, para experimentarlo o para meramente sentirnos exclusivos. 

Llevo un mes en Clubhouse y es increíble haber hecho tantas cosas sin salir de mi casa. El otro día entré en un tópico de cámaras Fujifilm, y terminé hablando con el cofundador de Platzi acerca de UX y el sentido de interacción del ser humano. El jueves entré en una fiesta en un bar digital llamado Cotton Candy Club, cuyo dresscode, era la tu foto de perfil en blanco y negro, donde podías pedir tu canción y ordenar un trago al bartender/Dj.

Te dieron ganas de entrar, ¿verdad?

Pues eso es FOMO y creo que hoy se vive más que nunca esa teoría.

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@Wpalacios89