Desde el nacimiento de Facebook hasta el auge de TikTok, estas plataformas se han convertido en piezas claves del posicionamiento de cualquier marca en el mundo digital. Pero ¿cómo abordar las dinámicas que rigen el universo de las redes sociales hoy?
El impacto de la pandemia provocada por el COVID-19 se ha dejado sentir en prácticamente todos los aspectos de nuestras vidas. Conceptos como el teletrabajo, estudios a distancia y compras online han pasado de ser términos apenas familiares a componentes integrales de nuestro vocabulario diario. En esta nueva génesis de tendencias, el uso de las redes sociales se alza como una herramienta altamente simple y versátil. Sin embargo y, como todo en la vida, tiene sus condiciones, claves e indicadores para asegurar su correcta implementación.
Crear, planificar y poner en marcha una estrategia de social media es una tarea que debe considerar las distintas interacciones que componen cada una de estas plataformas. Sabemos que, en su base, Instagram es un medio para compartir fotos y videos, mientras que LinkedIn busca generar redes de contacto profesional. Facebook nos ayuda a reencontrarnos con antiguas amistades y Twitter es un espacio de microblogging donde el intercambio de opiniones es la transacción más común.
Si bien cada red social nació con un objetivo específico, hoy en día los espacios de interacción virtual van mucho más allá de su misión original. Con esta evolución, su papel se ha vuelto crucial a la hora de generar buenas prácticas digitales. Las redes sociales no sólo nos permiten publicar, promocionar y medir objetivos, sino que son una verdadera pauta a través de la cual podemos comprender y llevarle el pulso a nuestras audiencias.
¿Cómo abordar el uso de redes sociales en el mundo cada día más digitalizado?
El universo digital está marcado por la fugacidad de los virales. Pese a su carácter efímero, es posible construir lineamientos prácticos para apoyar tanto la creación de contenido diario como la ejecución de un customer care adecuado. En esta tarea, la empatía es clave para cualquier equipo dedicado al engagement: debemos tener siempre en cuenta que las personas usuarias que buscan formar parte de una comunidad digital quieren sentirse comprendidas y respetadas.
De esta forma, para construir relaciones exitosas con nuestra audiencia, vale la pena plantearse algunas preguntas. Estos cuestionamientos están en línea con los criterios descritos por el periodista Manuel Moreno en “El gran libro del Community Manager”:
- ¿Qué trabajo realizamos como compañía? → Transparencia
- ¿Cuál es nuestra voz y personalidad? ¿Estamos abiertos a las opiniones del público? → Interactividad
- ¿Respondemos adecuada y oportunamente a las interacciones de los usuarios? → Rapidez
- ¿Somos capaces de forjar y fortalecer una relación estrecha con nuestra audiencia? → Cercanía
- ¿Le damos importancia al user generated content? → Compartir
- ¿Ofrecemos un valor agregado a través de nuestro contenido? → Beneficios
Planificar mirando hacia el futuro
Nos encontramos ante la tercera generación del social media, que se caracteriza por la búsqueda de una experiencia inmersiva en su máxima expresión. En este nuevo orden, el uso de los famosos algoritmos para impulsar el contenido fuera del círculo social inmediato del usuario es clave para asegurar tanto el alcance como el engagement de nuestra marca. Pero no debemos dejar de lado los lineamientos centrales ni olvidar por qué decidimos volcar nuestro trabajo a las redes sociales.Plataformas como TikTok, Clubhouse y Twitch han sido pioneros en esta nueva cultura IRL (del inglés “in real life”), mientras que a principios de los 2010’s Instagram era la plataforma por excelencia para posicionarse en el mundo digital. Si la aplicación del marketing a los espacios digitales tuviera un libro de reglas, lo cierto es que éste se estaría escribiendo y reescribiendo constantemente.
El éxito en el mundo virtual requiere habilidades más allá de la destreza para crear contenido orgánico y desarrollar campañas de pago. Se trata de una búsqueda que muchas veces nos llevará a dar un paso atrás para reajustar y reordenar nuestras prioridades, un ejercicio donde las personas usuarias deben siempre estar al centro de los esfuerzos.